3 de agosto de 2012

Un soplido .-

Ellos tienen razón. Estás rara, ausente. Es que no estás acá, pero tampoco allá.
Cada espacio más lleno de silencio. ¿O deberías decir “cada espacio más vacío”?
Esa soledad que se instaló en el ambiente ya llegó a tu piel, se coló hasta tus huesos y hoy es el frío que corre por tu sangre.
Tu mirada, ¿qué pasó con tu mirada? Se perdió. Se instalaron dos huecos carentes de expresión donde antes había dos mundos en los cuales se mostraban vivos los sentimientos.
El agua salada ya dejó surcos, que son arrugas. Y cada noche cuando tus párpados se vuelcan vuelven las voces. A reír a tus oídos. Vuelven los rostros de la gente feliz. Y no son fantasmas. Ya no se discute. Ellos sí son felices.
Intentas perdonarte por haber confiado. Pero no te absuelves.
No hay deseo, se fue hace tiempo.
Aún mudas, las preguntas te sorprenden. Pero ya no hablas. Cada día callas un poco más. Cada día estás más lejos.


Lentamente te vas apagando, la leve llama se extingue… basta solo un soplido.-

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