9 de agosto de 2012

Conmigo misma .-

Tengo una amiga que dice que abrirse a los demás es darle todas las armas para que te apuñalen por la espalda.  Hay veces que pienso que tiene razón. Pero no puedo imaginar mi mundo cuidándome de cada palabra. Sí, soy abierta.  Y muchas veces me toca perder. Quizá si escondiese lo que pienso o lo que siento, probablemente sería más querida. Pero querida por quién?  Por alguien que escucha lo que quiere oír, y al que le gusto callada porque así seguramente me vea más bonita. Bueno, está bien. Pero esa no soy yo.  Yo soy lo que fue aprendiendo y aprehendiendo que expresarse es una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida. Lloro mares y rio a carcajadas.   Soy un metro y medio de dulzura y también de algunas dudas. Soy quien tiene sus certezas, pero tolera las de otros. Soy la que gesticula mucho al hablar y la que aprendió a sonreír con los ojos. Soy la que se entrega en un abrazo, y la que te puede apuñalar con una mirada. Tengo mis días rosas, también los violetas de transformación, y los grises que sólo son un día más.  Por suerte me elijo así. Sin querer cambios de un día para el otro,  sabiendo que los procesos del “darse cuenta” llevan su tiempo. Dándole justamente tiempo al tiempo, para que genere confianzas, para no juzgar a simple vista ni a dos días, para construir, y permitirme querer.  Tengo stock de errores para cometer, pero para eso estoy viva.  Y un montón de ilusiones para compartir. La mochila de prejuicios la perdí en algún camino. Y me sirvió darme cuenta que no me hace falta. Tengo un camino por recorrer, siendo ésta que soy en cada instante, lo mejor que se puede ser. Aunque a algunos no les alcance. La gloriosa pena es que también descubrí, que no estoy para alcanzar a nadie. Qué las únicas expectativas que valen cumplir son las mías. Y al resto puedo gustarle o no, pero eso ya no es mi terreno.


Hoy me elijo y me quiero, con mis ojos que siguen aprendiendo a mirar, y mis fallos y carencias.  Con mis expresiones por doquier y mis días de silencio. Con mi pasado y mi presente.  Con mi ser auténtico e íntegro.  Al fin y al cabo,  ese es el mínimo y más hermoso  compromiso que puedo asumir conmigo misma. 

1 comentario:

  1. Wow! De lo mejor que e leído en el último tiempo, ser uno mismo evita reproches, copada!

    ResponderEliminar