27 de octubre de 2012

Apagar el proyector .-


Hay recetarios de todo tipo. La gama va desde como preparar una cena hasta como tener una vida plena.  Está lleno de maestros y de algunos discípulos más o menos obedientes.  Pero ¿de dónde parten todas esas recomendaciones?

Solemos mirar al cielo, después al horizonte y más tarde hacia adentro.  Cuando el  camino tal vez tendría que ser al revés.

Cuesta aceptar que tu forma de vivir sea la correcta para vos.  Qué el camino es de cada uno y que cada cual tiene derecho a elegir. Sea lo que sea que elija.  Si tu decisión  es amarrarte a la soledad y en un sentir obsesivo preferir el orden al caos de una relación, es válido. Si por otro lado, esperas sentir amor por alguien, hipotecándote los años, y viviendo sin pasión, también lo es.  Si elegir ser infeliz forma parte de tu felicidad, es respetable,  o al menos no soy yo quien tiene que ponerlo en tela de juicio.

Entonces, ¿por qué a veces cuesta tanto aceptar esto? Quizá (y lo más probable)  porque haya algo de esa soledad que repercute en la mía. No ya como hecho consciente o inconsciente elegido por vos, sino como realidad mía que no me termina de convencer. 
O  tal vez,  porque otras veces quise conformarme con sentir a medias y sé que no da resultado,  quisiera sacudirte para que te animes a vivir.
 Pero el punto es que no es mi tarea. Esa es la parte del insight que más cuesta. Porque enoja.  No con vos, sino conmigo.  Al fin y al cabo todos somos en parte espejos.  Dicen que el maestro llega cuando el discípulo está preparado. Pero ni yo doy clases ni vos tenés porqué aprender algo.

Darse cuenta de este desgaste innecesario de energía es el primer paso. 


Ahora voy por el segundo; apagaré el proyector.  

18 de octubre de 2012

18 de octubre .-



Dieciocho de octubre, signo de libra. Pocos datos sé de vos. Creo que me has dejado demasiado pronto. Y llena de dudas e incertidumbre desde entonces. ¿Sabes? A veces me pregunto porqué, pero ya no me torturo más. Aprendí a vivir sin ti, aunque suene feo decirlo. Lo que me cuesta perdonarte es que hayas elegido ese día para morir. Justo el día de cumpleaños de mamá. Y en medio de las fiestas de navidad y año nuevo. Sé que no fue tu voluntad, pero que maldita casualidad, ¿no? Tu ida se llevó mis ilusiones de esas fechas;  es que tan solo tenía 9 años. Aún recuerdo lo que era ir a la escuela y sentir vergüenza de no tener padre. No sé porqué vergüenza... pero se siente. Me hago tantas preguntas de cómo sería la vida si continuarás acá o si te hubieses quedado un tiempo más. Te reirás, pero me pregunto qué hubieses opinado de mis minifaldas, de mis primeros cosméticos, de mis incesantes cambios en el color de pelo.  Y también de mis exámenes salvados, de mis logros y todo eso. También me pregunto si trabajaría en la empresa en la que estoy si vos estuvieras aquí, ya sabés que los números no me gustan, pero debo hacerlo. Ay papá, me hiciste crecer de golpe. No te lo reprocho pues me hice fuerte, pero me tocó tomar decisiones desde demasiado pequeña me parece. Mi cumpleaños de quince que para las chicas en ese entonces era un sueño sabes no lo festejé. Es que el vals se comienza bailando con el padre y vos no estabas...
Fueron varias las veces que deseé estar contigo, que mi desesperación te pedía a gritos que vinieras a buscarme, pero no lo hiciste y te lo agradezco. Mantengo pocos recuerdos pero lindos. Como cuando me grababas cantando o cuando fuiste a ver mi primera y última obra teatral. Pensar que eso es lo que me gusta y ya me ves... ¿será que murió contigo mi parte creativa? Dicen que me parezco físicamente a vos. De mamá creo que heredé su amor a la vida y ha hecho como pudo su “doble “ trabajo. Te salvaste de mi etapa adolescente (eso no vale). Me despido por hoy papá y no escribí para rezongarte... solo tenía necesidad de hablarte.
Donde quieras que estés te deseo un FELIZ CUMPLEAÑOS con todo el amor que puedo.

Octubre – 2005.

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Pasaron siete años de este escrito tan tonto y sinsentido para el mundo. Sin embargo en estos días que no me encuentro, viene tu imagen a mi cabeza. Tus ojos limpios de esa foto en blanco y negro que tanto me gustaría que hablaran. Tristemente recuerdo más una foto que a vos en vida.
Hoy soy una mujer, pero estoy tan cargada de esa niña que no pudo ser! Por eso jamás me ajustaré, no podrá el almanaque darme pautas de cómo debería mostrarme a mi edad. Seguiré llorando por las cosas más absurdas y escondiéndome para que no me vean tan débil como una vez me lo pidieron. No puedo desterrar el vacío, esa nostalgia que no llega a serlo. Estos días no me he querido, y no valgo. Hay días que me fallo y me castigo.

Solo quiero una manta y esconderme bajo ella un ratito.