Cada cual según su historia. Las cosas no son, a las cosas las somos.
Y las expectativas que nunca fueron la mejor compañía…
¿Quién no quiso un día que alguien se la juegue? ¿Quién no quiso o quiere que alguien intente “conquistarnos”? Mientras ese alguien también espera, sueña, se ilusiona en que ese otro u otra lo “conquiste”, lo busque, lo mime.
Entonces los silencios comienzan a dejar huecos. A libre interpretación y a asociaciones libres por dos pesos. Total, los supuestos siempre cobran vida.
Temor al ridículo, al rechazo, a quedar como un idiota… todo eso aumenta la distancia.
¿Y quién es más idiota? ¿El que se calla?
Vaya notificación, por miedo a los adioses vivimos despedidas en cuotas.
Qué podrían ser bienvenidas cada día, siempre y cuando el ego no hablase.
Las palabras no dichas no mueren, porque nunca nacieron.
Otra vez el silencio y el vacío.
Pero con el orgullo intacto porque no quedaste como un idiota.
No, no quedaste. No quedé. Pero… ¿quién dijo que no lo somos?