El frío queda en las paredes latentes de una conexión que se evapora.
Traspasa la piel y se acomoda en los tejidos para instalarse.
El abrazo partido, los medios besos y las despedidas sin definir.
Sale el sol y el cuerpo se acomoda a recibir sus tenues rayos.
Aún es tiempo de brazas, aún es tiempo de templar el alma.
Mientras la piel respire el cuento no ha terminado.
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